EL INSTALADOR DE ALARMAS III (EL CASADO II)
Ilustraciones de Gónzalo López
Me tome el café lentamente, tomándome mi tiempo mientras observaba las escenas que
aparecían en el monitor y tomaba nota totalmente, en mi pantalón de
trabajo, nuevamente no cabía mi polla en
este nuevo renacer, pero haciendo un
esfuerzo después de ultimo sorbo del
brebaje dejé la taza sobre la mesa de la cocina y
volví a mi trabajo, haciendo una llamada a la central, para que me
desconectaran la alarma y pudiera trabajar
con tranquilidad.
- Jorge, ¿me indicas dónde está la centralita?.
La revisión me llevo
poco tiempo, no parecía que nada en la instalación estuviera fuera de la normalidad, cambien las baterías como
marcar el protocolo de la revisión, y comprobé
que el funcionamiento del sistema
era correcto.
Me subí a la escalera
de tijera para redirigir uno de los
sensores, que en algún momento
se había torcido y al intentar bajar, me encontré el cuerpo de Jorge, obstaculizándome
el paso.
- ¿has terminado ya?
- sólo me falta llamar
a la oficina para que reactiven la alarma y haga las ultimas
comprobaciones.
- bueno diremos
que te ha dado un poco de guerra, ¿no?
- acto seguido note
sus manos hurgando en la hebilla de mi cinturón, desabrochándolo,
soltar el botón del pantalón y nada más empezar a bajar la
cremallera de la bragueta mi
pantalones cayeron casi hasta mis tobillos impidiendo mí ya
complicada movilidad.
Metió su nariz entre mis nalgas a través de la
fina tela de mis usados Calvin Klein negros y me amaso con vigor las
nalgas.
Yo desde arriba le miré
algo sorprendido, pero tras comprobar
que mi polla estaba de nuevo revoltosa,
me bajó el calzoncillo hasta dónde el
pantalón se lo permitió, me azotó
las nalgas y tras abrirlas con ambas manos escupió en mi ojete y empezó a
acariciarlo con la punta de sus lengua.
La posición no era muy
cómoda, pero me acomode reposando mí cuerpo en
la parte superior de la escalera y me relajé, la caricia de su húmeda
y caliente lengua me hacía
exclamar y sin darme cuenta, mi orificio
se dilataba dejando entrar cada
vez más al apéndice intruso, entonces se alejó me miró con malicia y chupándose
el dedo índice de manera aparatosa, me
lo metió despacio hasta el fondo de mi encharcado ojete.
Ese dedo entro en mi
como un proyectil, oprimiéndome la próstata y llevándome casi al orgasmo, pero se dio cuenta y retiro
su dedo, para seguir con un sutil masaje
de la punta de la lengua en mi ano.
Fui bajando lentamente de la escalera, mientras el no
aparto ni un segundo su lengua de mi
cuerpo, trazando una línea recta desde
mis nalgas hasta mi cuello, allí me dio un suave mordisco, para pasar a lamerme
la oreja mientras me daba la
vuelta y nos fundíamos en un húmedo y caliente beso, nuestras bocas se devoraban,
las manos fruncían con energía el
cuerpo extraño y nos desnudábamos casi arrancándonos las ropas de nuestros cuerpos, su camiseta
ya andaba camino del suelo, mientras él
tras desabrocharme la camisa se entretenía
lamiéndome los pezones anillados y mordisqueándomelos suavemente con los labios, yo le bajé los pantalones de un solo golpe, bajo
ellos nada, y por primera vez contemple su inmenso sexo, un pollón
descomunal en semi-erección.
- ¿te sorprende?- me dijo mientras me guiñaba un ojo.
- Como respuesta me arrodille, lo agarre por los
cojones y trate de tragar ese descomunal rabo, empecé lamiendo su capullo, pasar mi lengua por todo el
hasta llegar a la pelvis y después
metiéndomelo en la boca hice el mayor
esfuerzo por engullirlo, me dieron
arcadas y tuve que
retirarme, pero al final poco a poco y
con algo de entrenamiento me sentí perforado hasta el estómago y agarrándole de
las nalgas, me apreté contra su abdomen, con
todo su falo atragantándome y
casi me corro de gusto, fue una
sensación extrema, alucinante, y con los ojos
llorosos, le miré mostrándole mi admiración ante tal
herramienta.
Su polla ahora formaba
un perfecto ángulo recto con su cuerpo, totalmente paralela al suelo, de los veinticinco centímetros estaba seguro de que
no bajaba y su grosor muy proporcionado
a su longitud.
- ¿Qué, te gusta?
- No soy muy de pollas tío, pero esta se merece un buen homenaje.
- Seguro que sí, pero yo busco otra cosa de ti, me susurró mientras me miraba de manera provocadora.
Entonces recordé las imágenes del dvd que me había puesto, lo
morreé follándole con la lengua hasta la campanilla y dejando tras una buena carga de saliva en el interior de su boca.
Le di la vuelta violentamente
y le puse de cara a la escalera, obligándole a agarrarse a ella, y
sacando mi pantalón que aún estaban en mis tobillos, cogí mi cinturón de cuero, tras
hacer un estrepitoso ruido con él, lo descargué
sobre sus nalgas.
No sabía muy bien cuál sería su respuesta, pero se mordió
los labios y mugió, dando la aprobación de manera explícita a que
continuara, yo me desaté y después de
una buena tanda de descargas, tiré el cinturón al suelo, sus nalgas enrojecidas a punto de sangrar y mi
polla babosa rozándolas, nos llevó al desenlace final, me pude tras él, y ni tan siquiera necesite apuntalar mi polla
en su orificio, ella de motus propio se colocó ante la entrada y
mientras le mordía en la parte posterior del cuello me fui clavando sin
dificultad alguna hasta lo más profundo de su ojete.
Lo abrace fuerte, mientras
volvía a lamer su cuello y sus
orejas, susurrándole lo mucho que me gustaba su culo y lo
rico y estrechito que era su ojete,
- rómpemelo cabrón, dame fuerte.
- sus palabras, rompieron con mi romanticismo y aferrándole bien de las caderas comencé unas embestidas brutales, de
vez en cuando un buen manotazo en
las nalgas encendía mis ánimos y me hacía
ponerme mucho más burro, y a él mucho más
perro.
Se había descolgado
un poco de la escalera y haciendo su cuerpo casi un ángulo recto con sus piernas, me ofrecía
su culo cada vez más abierto y lubricado a
mi fantástica follada.
De pronto se dejó caer
al suelo y yo lo seguí follando
sin tan siquiera dejarle de tocarse el cipote.
- ¡sigue!, ¡no pares!, ¡dame caña!.
Lo puse a cuatro patos
y yo de pie detrás de él clavaba
mi rabo una y otra vez sin parar, de golpe hasta los huevos,
para sacarlo nuevamente y dejarlo
con el culo abierto, para volver a llenárselo,
en la última envestida no pude más y apenas me dio tiempo a sacar mi polla de su
culo y descargar mis espesos y brutales
chorros de leche sobre su espalda.
Entonces, observe la estampa de este macho a cuatro patas,
con la polla rozándole en el suelo y
esos huevos imponentes, mis goterones de
leche sobre su espalda, de su boca broto
un gemido y de la punta de su polla
sobre el suelo empezó a
aparecer un charco de leche.
Me di la vuelta me
puse frente a él y le regué con una generosa meada, al final abrió la boca,
le metí la polla y mientras soltaba las
últimas gotas me la limpiaba con la lengua, entonces desde mi teléfono, marque a la oficina
para que me activaran de nuevo la alarma dando por finalizada la reparación.
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