miércoles, 20 de marzo de 2013

El instalador de alarmas III El casado II


EL INSTALADOR DE ALARMAS III (EL CASADO II)
Ilustraciones de Gónzalo López
                                
Me tome el café lentamente, tomándome  mi tiempo mientras observaba las escenas que aparecían  en el monitor y  tomaba nota totalmente, en mi pantalón de trabajo, nuevamente no cabía  mi polla en este nuevo renacer,  pero haciendo un esfuerzo después de  ultimo sorbo del brebaje dejé   la taza sobre  la mesa de la cocina  y  volví a mi trabajo, haciendo una llamada a la central, para que me desconectaran la alarma y pudiera trabajar  con tranquilidad.
- Jorge, ¿me indicas dónde está la centralita?.
La revisión me llevo  poco tiempo, no parecía que nada en la instalación estuviera  fuera de la normalidad, cambien las baterías como marcar el protocolo de  la revisión,  y comprobé  que el  funcionamiento del sistema era  correcto.
Me subí a  la escalera de tijera  para redirigir uno de los sensores, que  en  algún momento  se había torcido  y al intentar  bajar, me encontré el cuerpo de Jorge, obstaculizándome el paso.
- ¿has terminado  ya?
- sólo me falta  llamar a la oficina  para  que reactiven la alarma y haga las ultimas comprobaciones.
- bueno diremos  que  te ha dado  un poco de guerra, ¿no?
- acto seguido  note sus manos  hurgando  en la hebilla de mi cinturón, desabrochándolo, soltar  el  botón del pantalón  y nada más empezar a  bajar la  cremallera de la bragueta  mi pantalones cayeron  casi  hasta mis tobillos impidiendo mí ya complicada movilidad.
Metió su nariz entre mis nalgas a través de  la  fina  tela de mis usados Calvin Klein  negros y me amaso  con vigor las  nalgas.
Yo desde arriba  le miré algo sorprendido, pero tras comprobar  que mi polla estaba de nuevo revoltosa,  me bajó el calzoncillo  hasta  dónde el  pantalón se lo permitió, me azotó  las nalgas y tras abrirlas con ambas manos escupió en mi ojete y empezó a acariciarlo con la punta de sus lengua.
La posición  no era muy cómoda,  pero  me acomode reposando  mí cuerpo en  la parte superior de la escalera y me relajé, la caricia de su  húmeda  y caliente  lengua me hacía exclamar y sin darme cuenta, mi orificio   se dilataba dejando  entrar cada vez más al apéndice intruso, entonces se alejó me miró con malicia  y  chupándose el dedo  índice de manera aparatosa, me lo metió despacio hasta el fondo de mi encharcado ojete.
Ese dedo entro en  mi como  un proyectil, oprimiéndome la próstata  y llevándome  casi al orgasmo, pero se dio cuenta y retiro su dedo, para seguir con  un sutil masaje de la punta de la lengua en mi ano.
Fui bajando lentamente de la escalera, mientras el no aparto  ni un segundo su lengua de mi cuerpo, trazando  una línea recta desde mis nalgas  hasta mi cuello, allí me dio  un suave mordisco, para pasar  a lamerme  la oreja mientras me daba la  vuelta y nos fundíamos en  un  húmedo  y caliente beso, nuestras bocas  se devoraban,  las manos  fruncían con energía el cuerpo extraño  y  nos desnudábamos casi arrancándonos  las ropas de nuestros cuerpos, su camiseta ya  andaba camino del suelo, mientras él tras   desabrocharme la camisa se entretenía lamiéndome los pezones anillados y mordisqueándomelos  suavemente con los labios, yo  le bajé los pantalones de un solo golpe, bajo ellos nada, y  por primera vez  contemple su inmenso sexo, un pollón descomunal en semi-erección.
- ¿te sorprende?- me dijo mientras  me guiñaba un ojo.
- Como respuesta me arrodille, lo agarre  por los  cojones y trate de tragar ese descomunal rabo, empecé lamiendo su capullo,  pasar mi lengua  por todo el  hasta llegar a la pelvis  y después  metiéndomelo en la boca hice el mayor esfuerzo por engullirlo, me dieron  arcadas  y tuve que retirarme,  pero al final poco a poco y con algo de entrenamiento me sentí perforado hasta el estómago y agarrándole de las nalgas, me apreté contra su abdomen, con  todo su  falo atragantándome y casi me corro de gusto, fue  una sensación extrema, alucinante, y con los ojos  llorosos, le miré mostrándole mi admiración ante  tal  herramienta.
Su polla  ahora formaba un perfecto ángulo recto con su cuerpo, totalmente paralela  al suelo, de los  veinticinco centímetros estaba seguro de que no bajaba y su grosor muy  proporcionado a  su longitud.
- ¿Qué, te gusta?
- No soy muy de pollas tío, pero esta se merece un buen  homenaje.
- Seguro que sí, pero yo busco  otra cosa de ti, me susurró mientras  me miraba de manera provocadora.
Entonces recordé las imágenes del dvd que me había puesto, lo morreé follándole con la lengua hasta la campanilla  y dejando tras  una buena carga de saliva  en el interior de su boca.
                                                 
Le di la vuelta violentamente  y  le puse de cara a la  escalera, obligándole a agarrarse a ella, y sacando mi pantalón que aún estaban en mis tobillos, cogí  mi cinturón de cuero,  tras  hacer   un estrepitoso ruido con él,   lo descargué  sobre sus nalgas.
No sabía  muy  bien cuál sería su respuesta, pero   se mordió  los labios y mugió, dando  la  aprobación de manera explícita a que continuara, yo me desaté  y después de una buena  tanda de descargas, tiré  el cinturón al suelo, sus  nalgas enrojecidas a punto de sangrar y mi polla babosa rozándolas, nos llevó al desenlace final, me pude tras él, y  ni tan siquiera necesite apuntalar mi polla en su orificio, ella de motus propio se colocó ante la entrada  y  mientras le mordía en la parte posterior del cuello me fui clavando sin dificultad  alguna hasta lo más  profundo de su ojete.
Lo abrace fuerte, mientras  volvía a lamer  su cuello y sus orejas, susurrándole lo mucho que me gustaba su culo  y  lo rico  y  estrechito que era  su ojete,
- rómpemelo cabrón, dame fuerte.
- sus palabras, rompieron con mi romanticismo  y aferrándole bien de las caderas  comencé  unas embestidas  brutales, de  vez en cuando   un buen manotazo en las nalgas encendía mis ánimos y  me hacía ponerme  mucho más burro, y a él mucho más perro.
Se había descolgado  un  poco de la escalera   y haciendo su cuerpo casi un  ángulo recto con sus piernas,  me  ofrecía su culo cada vez más abierto  y  lubricado a  mi fantástica follada.
De pronto se dejó caer  al suelo  y yo lo seguí follando sin tan siquiera dejarle de tocarse el cipote.
- ¡sigue!, ¡no pares!, ¡dame caña!.
Lo puse a cuatro patos  y  yo de pie detrás de él  clavaba  mi rabo  una y otra vez  sin parar, de golpe hasta  los huevos,  para sacarlo nuevamente  y dejarlo con el culo abierto, para  volver a llenárselo, en la última envestida no pude  más  y apenas me dio tiempo a sacar mi polla de su culo y descargar  mis espesos y brutales chorros de leche  sobre su espalda.
Entonces, observe la estampa de este macho a cuatro patas, con la polla rozándole en el suelo  y esos  huevos imponentes, mis goterones de leche sobre su espalda, de su boca broto  un gemido y de la punta de su polla  sobre el suelo empezó a  aparecer  un charco de leche.
Me di la vuelta  me puse frente a  él y le regué con  una generosa meada, al final abrió la boca, le metí  la polla y mientras soltaba las últimas gotas  me la limpiaba  con la lengua, entonces  desde mi teléfono, marque a la  oficina  para que me activaran de nuevo la alarma dando  por finalizada la reparación.

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