lunes, 22 de julio de 2013

La cita.

LA CITA

Era  la tercera  o cuarta vez, que me entraba por la página de TUAMO, no tenía foto de cara, y siempre le daba largas, aunque aseguraba, que ya habíamos follado más de una vez y  le daba mucho morbo.

En las fotos de cuerpo era espectacular,  peludo como me gusta, buen culo, patorras  y  un pollón de miedo, que claro esta me importa  un bledo, pero eso sí, unos buenos huevos  para  retorcer, castigar y  golpear.


Según el, habíamos follado  siempre, en el  local de  Malasaña, y por fin después de mucho insistir, esta tarde hemos quedado.

A las cuatro en punto  ya estaba desnudándome, ya se sabe, que en este local como mucho, te puedes dejar los gayumbos, y  los miércoles ni eso, salvo que lleves suspensorio.

Me estaba tomando mi café, como siempre, cuando  llego un viejo conocido, al que me gusta usar a mi antojo, y al llegar a mi altura, no solo me saluda, si no que me dice,  “soy yo”.

Me costó unos segundos reaccionar, pero  ahora  sé  lo que le va, y hasta donde puedo llegar, sin temor a pasarme.

Joder  tío, no te hubiera relacionado  ni de coña, con el perfil, pero sí, tenías razón  hemos follado algunas veces, y  hoy  tendremos una tarde caliente.

El tío,  casi calvo,  metro ochenta, unos setenta  y cinco kilos,  y tal como dije antes según las fotos,  buenas  piernas, fantástico culo y  una polla  y un par de huevos  de toro,  el muy cabrón, solo   con oírme lo de la tarde muy caliente, ya se había puesto burro, y  el pedazo de carne que le colgaba, era  la atención de todos los mariquitas del local que van  buscando cantidad.

Una vez reconocido, empezaba el juego, y el cabrón  estaba como  corderito detrás de mí, yo le ponía de rodillas alguna que otra vez, le daba poppers , y  le ahogaba  con mi polla hasta el fondo de la garganta,  le mantenía la cabeza bien apretada y cuando veía  las lágrimas  resbalar  por los lagrimales  le soltaba, diciéndolo  que no valía ni para tragar polla.


Volvía a  la barra  a tomar mi copa, o  me metía en el cuarto  oscuro a jugar con otros clientes.

Hoy la atracción es un  italiano, musculado, de unos  35 años, rapado,  perilla  marcada , pero muy recortada,  grandes pezones,  culo potente, y piernas trabajadas de gimnasio, su estatura estaría sobre el metro ochenta y cinco, y más de ochenta kilos de peso.
Llevaba  puesto  un suspensorio blanco, que mostraba  un culo  blanco, en 

contraste con  la piel bronceada del resto del cuerpo, cuando llegue al local, solo había tres tíos y él, y  nada más verme vino al cuarto  oscuro detrás de mí,  y  me comió la polla hasta los huevos, mientras ponía el culo  para que se lo masajearan  todos los demás mientras  me destrozaba la polla  a lametones.
El muy cabrón, llevaba un frasco de poppers, de esos cuadrados  que traen los ingleses, y que me pone todo burro.



La segunda vez , que  me deshice del perrako de mi cita, me  volví a liar con él  en el cuarto  oscuro , estaba amorrado a la polla de un perilla, bastante conocido, con el que   yo me morreaba  y  mientras me ponía  un condón, el me acariciaba los pezones .

El italiano al sentir  mi polla  ensalivada  en la estrada de su culo, arqueo las piernas y  colocándose a mi altura, facilito que me  hundiera de un solo golpe  hasta los huevos, el pollón del perillas, no le dejaba gemir, con lo  que  un  ruido  gutural  salía de su boca, cada vez que  le golpeaba con mis huevos  en las nalgas y  le azotaba  fuertemente las posaderas.


Después de la clavada,  sacaba el poppers, y sin compartirlo,  inhalaba profundamente.

Mi perrako  se acercó,   al verme  como follaba a  otro tío y arrodillándose detrás de mí,  me abrió las nalgas,  y según me follaba al  pasivazo italiano, lamia mi culo.

Al retroceder de cada follada, mis nalgas se relajaban, mi culo quedaba abierto y el perrako, metía su lengua, una y  otra vez.

Cuando estaba a punto de correrme, saqué mi polla, me quite del medio  y  el culo abierto de mis pollazos, estaba delante de su boca,  le empuje hacia él, le di poppers y allí se quedó,  lamiendo y relajando el abierto agujero del italiano  tras mi follada.


Mientras el perilla  y yo seguíamos  morreándonos  y acariciando nuestros cuerpos, hasta que un rapado, con un tatuaje en el hombro se enredó con el perilla  y salí a seguir tomando mi copa.

En la barra  estaba Santi, un viejo conocido del local y de sexo desde hace muchos años, sentado en la banqueta con un suspensorio, y sus glúteos sacados hacia afuera,  me provocaron  que el  saludo fuera  un manotazo en una de sus nalgas, después  me acompaño  al cuarto oscuro,  y al  incorporarse el perrako de la cita, le pusimos en medio de los dos, y el dimos caña a tope, Santi  le machacaba los pezones y  le azotaba los pechos, de vez en cuando  le sujetaba de la nuca, le obligaba a abrir  la boca  y  la  llenaba de saliva.



Yo mientras, le azotaba las nalgas, le  machacaba la polla y le golpeaba  los huevos, su rabo, como respuestas a nuestros estímulos cada vez, estaba  más dura  y potente.

Le cogí de la cintura, lo doble a la altura de la polla de Santi, y  mientras le comía el rabo,  le  puse saliva en el culo, me enfunde la polla y  lo folle de manera salvaje.


Santi no pudo más, le  lefó  la cara,  y se fue a lavar, yo le cogí, y  lo  puse con las manos sobre la litera , le puse el frasquito de Poppers  en la  nariz,  y  le volví a  romper el culo sin consideración de ningún tipo, hasta  llevarme a punto del orgasmo, en ese momento, lo empuje  sobre la litera, y  me marche.

Después de terminar mi copa, y pensando en irme a casa, me fui a mear, cuando me estaba colocando, el perrazo apareció de nuevo como un moscón,  me lo pensé mejor,  lo lleve  al retrete, lo senté sobre la taza, y  gritándole, abre la boca, mientras le daba un par de ostias, libere mi chorro  de meos y enfoque su cara, abrió la boca, y  la llene, el tío tragaba , de vez en cuando se le salía, corría  por su peludo pecho y bajaba  por su vientre, su rabo y  huevos  hasta la taza, desenfoqué  el chorro,  y  apunte su pecho, ahora  le ponía totalmente perdido, y  el cabrón  sacaba la lengua y se relamía  mientras tanto, me pidió poppers, y tras la inhalación, lo deje allí sentado, terminando de disfrutar de las ultimas gotas  que aun resbalaban por su piel.


Cuando estaba terminando de vestirme salió a despedirme y a recordarme, que  le había prometido  lefarle la cara.

Yo, alzando la voz, para que lo oyeran  los que estaban cerca le conteste:

YA TE HE DICHO, QUE CUANDO CONSIDERE QUE TE LO MERECES TE LO DARÉ EN LA CARA.


Me termine de vestir y salí del local, mientras estaba escribiendo el relato, he recibido un mensaje, es él, me dice  que aún  tiene el olor de mi orín en su cuerpo y se ira a la cama sin ducharse.

domingo, 14 de julio de 2013

Un mal día III


Solo oírle decir esto, mi polla  se puso en  funcionamiento, nada  más terminar el cigarrillo

, ya tenía mi  polla en la boca, yo aún seguía, tumbando  en  el camastro, él se  bajó del mismo, se  arrodillo entre  mis piernas  y comenzó a lamerme polla  y huevos, de mi culo  un  olor  a macho  y sexo se desprendía que llegaba  hasta mi nariz, me levanto las piernas , hundió su  aguileña nariz en  mi raja  y tras  una fuerte  inhalación de mi  abierto agujero,  lo lamió  y  jugo con  su lengua, dentro de él, tratando de rellenar  el agujero  que  la polla  había dejado minutos atrás.


No sé si era  por  el placer que me daba en  la próstata, o por la posición, pero la verdad  me entraron muchas ganas de mear, me levante  para  ir al meadero, y como un perrito faldero vino detrás mío, y mientras soltaba  mi primer chorro de meos, se arrodillo al lado del meadero, con la cara frente a mí,  y  sin disimulo abría la boca, torcí  la dirección de mi caño de meos  y  tras impactar en la cara, redirigí  el chorro y di en  la diana de su boca. Sacaba la lengua como un buen perrito, y así entrar  todo mucho mejor.


Según  se agotaba  en chorro, su boca se acercaba más a mi polla y  al borde del meadero, las últimas gotas  las solté directamente  sobre el borde, y sin escrúpulos de ningún tipo lamió del mismo  meadero  mis postrimeras  doradas gotas.


Después sujetado  con  fuerza de  la cabeza  paso la lengua un buen  instante por el área más baja del retrete.

Lo incorporé, y  poniéndole con ambas manos agarradas a cada  uno de los dos meaderos, le posicioné el culo, sus nalgas,  redondas, duras  , turgentes,  bamboleaban, querían  provocarme, hasta  que  recibió  la primera azotaina, fueron cuatro o cinco azotes, con la palma de la mano abierta, alternando los cachetes, ahora gemía, esperaba  más, deseaba mucho  más, y yo con los ojos rojos alterados, y mis  nervios

muy templados,  por la sesiones anteriores, estaba dispuesto a dárselo.

- Espera  le dije.

Fui al bar  y  como bien sabia detrás de la barra colgado, tenía  un látigo  y una palmeta de cuero, opte por llevarme  los dos y al volver, lo primero que hice fue  taparles  los ojos con un pañuelo que también  había recogido.

Me empapé, bien las manos  de agua  y moje sus posaderas y espaldas tras dejarlo bien húmedo, se las volví a calentar con la palmeta ; fueron al menos diez palmetazos, sus nalgas estaban rojas, marcadas  por los rebordes de   la palmeta de cuero, de su piel al  posar mis manos sobre las caderas   podía apreciar la temperatura adquirida, esto me excito  aún más, me  puso  burro total  y sin más preámbulos  lo taladre.


La clavada  fue brutal,  me  inserte de un solo golpe,  le clave la polla de un solo empuje hasta los huevos, su  estrecho culo aún no había lubricada, me  costó  entrar,   mi polla ardía del roce,  pero el momento de excitación, provocaba una clavada así, ahora tras el  fuerte bufido que soltó, casi un  alarido, su culo era  una capa de lubricante, mi polla se deslizaba casi salía  sola  del estrecho agujero, el  jugo salía de interior, mojaba mis huevos, y  esto  me ponía a mil, me preparaba a darle una segunda embestida……..

Note como se tensaba su espalda, se relajaban sus músculos, sus piernas se vencían y desde sus huevos empezaban  a fluir sus chorros de semen  por segunda vez.

 Estos cayeron   una  y otra vez contra los azulejos  y contra las baldosas del suelo, de su boca salían, jadeos y alaridos, su culo se contrajo, sus piernas se incorporaron  y  casi de pie junto a la pared soltaba  hasta la última  gota de su producción seminal

Yo detrás a escasos centímetros  de pie, con mi polla lubricada, tiesa, imponente, no pensaba dejar que aquello quedara así.

Lo arrodille,  y  empujándole con mi mano la cabeza, le dije

CABRÓN, LAME  TU LECHE, DEJA LOS AZULEJOS  BEN LIMPIOS Y  EN EL SUELO  NO QUIERO VER  NI UNA SOLA GOTA.

Mientras me arrodille a sus espaldas  y  se la volví a meter y darle algunas embestidas más.


El mientras se ocupaba en  dejar  limpio esos azulejos salpicados de leche  y de dudosa limpieza.


Agacho  más su cabeza  para limpiar el suelo,  saque mi polla  y agarrándome fuerte de los huevos,  me vacié entra gritos  y  temblores corporales es su espalda próximo a su culo, algunos chorros,  resbalaban  y se introducían por la raja de sus nalgas, camino del abierto agujero.

Cuando  levanto la cabeza del suelo, le volví a meter mi polla en el culo, y soltado  mi vejiga de nuevo, en su interior, le dije,

Cuídate mucho de  que  no salga nada.

Tras llenarle bien  todo el recto, le dije, cuidado de vaciarte, quiero que me pongas  la última copa mientras recoges  y terminas de limpiar todo esto.

Al incorporarse, su culo se abrió,  surgió  un chorro  amarillo cargado  con algo  más contundente, inundando todo el suelo  del servicio.

Le mire con desagrado,  le di con el pie obligándolo a  tumbarse en el suelo,  y  le hice dar  varias  vueltas sobre sí mismo.

Ahora su cuerpo le brillaba, el recinto olía a sexo y a meos, le miré  son una mirada de desprecio, por no aguantar  y  le dije

CABRÓN, PONME LA COPA Y LIMPIA ESTO.

Con la cabeza baja, me  sirvió, y sin  mirarme se fue dentro  y limpio todo el desaguisado, se lavó y volvió a mi lado, se arrodillo  y  tras besarme los pies, me dijo

Gracias señor  por sus favores, cuando   lo vi, sabía,  que era lo que  llevo  semanas buscando.


Le acaricie la cabeza  como se hace con un perro obediente, me vestí  y  me marché.

jueves, 11 de julio de 2013

Un mal día II

No habíamos pasado de besos  y caricias, toques  y masajes, pero en el mismo momento  que su compañero se despido, aun no se había cerrado la puerta del 

local, cuando  se arrodillo y me deleito, con una jugosa y húmeda mamada, mi polla parecía que quería reventar, un liguero escalofrío me subió desde la rabadilla  del culo hasta el cuello, cuando al final salió mi rabo de la boca, estaba cubierto de una capa de babas, que resbalaba  hasta mis huevos y trataba de caer al suelo  en un fino hilo plateado, al darse cuenta saco la lengua  y tras recuperas su  saliva, dio ligueros masajes con la punta de la lengua  a mis pelotas, se metió entre mis piernas y corrió raja arriba  hasta llegar al  agujero de mi culo.


Abrió mis nalgas, escupió en el agujero, y  cuando esperaba el masaje de su lengua, el placer de su juego en mi oscuro agujero, se levantó  y cogiéndome de la mano  me llevo  al slim.

Me tumbo, y mientras me acomodaba  fue  a la barra, y trayendo  unas cuantas cosas que puso encima de una de la banquetas,  abrió el frasco  de poppers, y tras darme  a que inhalara,  dio una fuerte inhalación se arrodillo  con mi culo a la altura de  su boca y abierto  me hizo temblar de  placer y deseo.
Escupió, lo masajeaba con la lengua,  habría  lo más que podía mis nalgas con las manos y metía  su lengua lo más profundo  que podía en mi interior, al final sentí mi culo abrirse su lengua  intrépida, valiente,  buscaba en su interior, quería  todo  lo que le pudiera dar,  y  por ello  rebuscaba, se retorcía y  me hacía retorcerme de placer.

Tomamos nuevamente poppers, mis manos se entretenían  con mis anillados pezones, mi polla  tiesa  y dura  apuntaba el techo, la iluminación de las velas producía un ambiente tenue, que  hacia amplificar  mis percepciones visuales, por mis huevos seguía chorreando saliva, mientras el portero continuaba lamiendo mi culo y acariciándose el rabo.

Polla que aún no había visto, ya que seguía con el suspensorio  puesto.

El ambiente era cálido, las sensaciones se amplificaban el escenario perfecto, me relaje, disfrute y me deje  llevar.

El portero  me abrió las  nalgas, metió su boca entre mi raja, acoplo su labios a  mi negro agujero, y metió aire  en el interior de  mi intestino.
Este  se dilató,  y  aprovecho para meter  aún más su lengua, ahora sentía ese  pedazo de carne  dentro de mí,  húmedo resbaladizo refrescando  internamente  mi abierto ano.


Sentía como la lengua entraba y salía, me estaba follando con este pedazo de carne, y de vez en cuando volvía a soplar  en su interior, dilatándome aún más el ojete.

De pronto deja  de  magrearse el rabo, eleva sus brazos a mi vientre,  y  poniendo de nuevo  la boca en  mi dilatado  ano, oprime  mi  barriga con ambas manos, mi intestino se contrae,  mi  culo  no puede contenerse   y  un sonoro  escape del aire  que me había introducido en  varias  ocasiones sales  a presión contra su cara, sus ojos se cierran una sensación más  fuerte que una potente  inhalada de poppers se refleja en su cara, saca  la lengua,  me escupe,  lo extiende  por el agujero, lo abre  y escupe también dentro de él, se  incorpora y antes de darme cuenta, sus huevos chocan  con mis nalgas,  llevo una de la manos  a mi dilatado agujero  y  un rabo  gordo  y duro lo perfora, 

aun no se su longitud, no lo he visto, pero  lo siento  muy dentro de mí, me abraza, me da  una  prolongada esnifada de poppers, y empieza a moverse  lentamente, las cadenas  suenan, mi cabeza  me da vueltas, mi polla  alegre  y sensitiva salta de mi barriga a  la suya, mis huevos aprisionado  por su cuerpo y  mi cuerpo  convulso  una  y otra vez  ante  su  cada vez más fuertes envestidas.

El culo de la fricción de este trabuco  me empieza a arder,  pero  necesito que siga, necesito más polla,  necesito un macho que me haga sentir  potente  y macho , con el culo abierto  por su magnífica tranca, me cogió las nalgas con ambas manos, me las abro , quiero sentirlo todo muy dentro de mí,  lo quiero todo para mí,  quiero  una y otra vez su polla  hundiéndose en mi interior partiendo mi culo  en dos y obligándolo  a dilatar más  y más.

Agarra fuertes las cadenas del medio del slim, casi me tiene en  vertical, sentado sobre su polla, nuestras caras frente a frente, nuestras bocas cercanas, nuestras  lenguas se rozan  y con  una violencia pasional desmesurada  nos entregamos a un beso salvaje.


Al separar su boca de la mía, mientras la tenía  entreabierta,  le suelto  un  lapo que da en la diana  y con mirada retadora  le digo.


VENGA CABRÓN, SIGUE Y TERMINA LO QUE HAS EMPEZADO.

Me  agarra de  la cabeza, me da un nuevo morreo, me devuelve mi propio lapo  y  empieza un cabalgada  trepidante, su  polla deslizaba  en mi interior  en un perfecto acoplamiento, mi culo  era  su  perfecta medida,  ahora  éramos  un solo cuerpo, un solo  grito  un solo jadeo.

Al unísono, tras  un último gemido, un último suspiro, y un ya no puedo  más.

Me corro dijo el, sacando sus casi veinte centímetros de rabo.

No aguanto más, dije  yo saltado  mi  lefa   contra su  pecho  y mi barriga.

Allí se juntaron las dos, se tumbó encima de mí de nuevo y  resbalando su cuerpo  sobre el mío, mezclamos nuestro semen, en  un cóctel de vida  y gozo.
Después de un par de minutos nos incorporamos, fuimos al baño, nos limpiamos mutuamente, nos sentamos en el camastro del cuarto oscuro  y tras encender  un cigarrillo de hierba  y descansar  un rato, el  portero  me dijo:

AHORA TE TOCA A TI, ESPERO QUE ESTÉS A  LA ALTURA  DE LO QUE BUSCO.



lunes, 8 de julio de 2013

Un mal día

UN MAL DÍA

Hacía tiempo  que no volvía por este local de Malasaña, pero hoy, había tenido  un día especialmente complicado, estaba nervioso, de mala hostia, y  aunque ya me había metido en la cama, no era capaz de conciliar el sueño.



Me levante, me volví a poner  unos bermudas  y una camiseta de tirantes,  mis zapas sudadas, y  los calcetines de todo el día, y en diez minutos estaba llamando a la puerta del local.

Al llegar, el portero, me pregunto como  otras tantas veces si conocía  el funcionamiento del local.

Si soy  cliente habitual, le dije, aunque de otras horas, suelo venir  a primera  hora de la tarde.

Miré  al ropero,  a bulto no habría más de seis o sietes clientes en el local.

Me desnudé, y pase  al bar, efectivamente en la barra  solo tres tíos, dos de ellos  conversando, el otro al final de la barra, pegando al cuarto oscuro.

Pedí mi copa  y  me fui directamente al cuarto oscuro,  allí, percibí  la presencia de tres  tíos más  jugando.

En  uno de los baños  la puerta estaba cerrada,  pero  por debajo  pude comprobar a dos tíos metidos en faena, los  jadeos  confirmaban que ya estaban en una fase avanzada del juego.

Pase al cuarto de los meaderos,  me puse el cockring y salí  de nuevo a continuar con mi copa.

Me situé  en  la esquina de cuarto del slim, mi espalda apoyada  a  la columna que hacia esquina con la barra,  la pareja de tíos estaba  charlando animadamente  y  daba la  impresión que estaban terminando  la copa , para marcharse.

El tío del final de la barra, estaba mirando  una de las pantallas, y  a  parte de no provocarme morbo, ni gustarme  parecía estar muy tranquilo, estar de esperar, o simplemente matando el tiempo después de haberse relajado.

Vuelvo a entrar en el cuarto oscuro, allí siguen en  la oscuridad, los de la cabina han terminado, y se están lavando.

En el cuarto oscuro, no veo  bien  uno rapado, delgado  y  de piel bastante clara, los otros dos son más bajitos, un perilla, de  pelo muy corto   y un barbas, con media melena rizada, pero a mí me gusta ver más claro.

Me salgo de nuevo al bar, los tíos que acaban de follar  ya se están vistiendo  y  los otros dos que charlaban,  ya  se marchan del local.

Creo  que la opción  no ha sido muy buena, solo quedan cuatro clientes  y  yo,  y  tres de ellos están follando  y el cuarto no es valorable, me sigo tomando  mi copa y sopesando mis expectativas.

Sale el rapado del cuarto oscuro, se une al del fondo de la barra, hablan cuatro palabras  y salen  para vestirse y marcharse.

Creo  que la noche ha acabado en el local, doy  un trago más a la copa, sale el barbas del pelo largo rizado, me mira, clava la mirada en mi persona, se queda absorto contemplándome.

Lo miro  fijamente  a los ojos mientras se acerca, se aproxima,  no retira  los ojos de  los míos, con un leve movimiento  de mi mirada hacia abajo, le indico lo que debe de hacer.

Hablamos el mismo idioma, llega a mi lado, se arrodilla, levanta la mirada para coincidir  conmigo, le  autorizo  y abriendo la boca, se traga mi polla hasta el fondo de la garganta, pone sus manos en mis nalgas, yo le recompenso, enredando mis dedos en  su  melena rizada,  y con suaves y lentos movimientos  de mi mano, le obligo a sacar  mi polla de su boca, para clavársela de nuevo una y otra vez repitiendo de un modo reiterado  el movimiento.


Sale el rapado también del cuarto oscuro, tiene  los pezones anillados  y  otro gran aro en la polla, su noche tampoco ha acabado, su rabo a pesar del peso de piercing, sale apuntando al frente orgulloso, se acerca a nosotros al vernos metidos en materia  y  se pone a mi lado, dejando  la polla cerca de la cara del barba, mientras con su lengua  acaricia uno de mis pezones.


Con mi mano izquierda, le cojo de la cabeza, y llevo su lengua  hasta mí sudado sobaco, el tío lo huele, aspira  por unos segundos el perfume de macho que desprenden,  y  tras  inhalar un poco de poppers, se lanza  a lamerlo de modo frenético.


La visera de la calada  gorra  que llevo me impide ver mucha más  allá de una cabeza lamiéndome un sobaco  y otra tragando  polla a discreción, cuando  la levanto  para darle una inhalada al poppers, me encuentro al  portero acariciándose el paquete tras un suspensorio rojo que lo cubría.

El camarero desde detrás de la barra, miraba, tras haber puesto  unos cuantos sobres de lubricante sobre la barra  y algunos condones.

El portero, me mira, me reta, y con la mirada le hago saber, que cuando termine lo que he empezado con estos dos estaré con él.


Parece que esta noche mi mirada habla y  todos lo entienden, sigue mirando, pero no se acerca respetando lo dicho por mi mirada.

Incorporo  al melenas, lo pongo de pie, su estatura es muy similar a la mía, su piel oscura, sus ojos negros, brillantes  vivarachos, le dan un aspecto bastante agitanado.

Echo mano a sus nalgas, son turgentes  y redondas, bien levantadas, el tío suspira, le suelto  un manotazo, cierra los ojos, en la  nalga mis dedos marcados, me excitan y me  provocan a seguir avanzando.

El perilla se ha arrodillado y me come la polla mientras juego con el otro, el portero,  no pierde movimiento, se  toca sin sacar su polla, y se masajea unos pezones  gordos, duros, insinuantes.

Aparto al perillas, y me acerco por detrás de mí gitano, le restriego el rabo  por el culo, no hay duda, quiera  polla que lo reviente, y yo necesito romper un  buen culo, sentirlo mío, usarlo como  me salga de los cojones.

Le  hecho  mi cálido  aliento en el cuello, mientras con los labios empiezo a mordérselo, bajo por el hombre, saco los dientes, muerdo suave, quiere más, le marco en la mollita de  la nuca mis dientes, el  tío  se tira contra la pared, apoyando sus brazos en ella.

Aprovecho que está próximo a la cruz, le centro  y  le ato  las manos, con la mirada  pido palmeta de cuero que  tiene el camarero colgada a su espalda, la pone encima de la mesa, le acaricio  las nalgas, se las masajeo, le doy un buen manotazo en la  nalga opuesta, ahora esta se queda marcada mientras  la anterior simplemente aparece algo roja.

Desde atrás le  pellizco  los pezones, cada  castigo  infringido es un nuevo suspiro, le acaricio la polla, es hermosa y esta como una piedra de dura, sus huevos gordos  y  colganderos.
Bajo mi mano por su torso,  por sus nalgas,  se la acaricio,  metro la mano  por la raja, busco su agujero, lo toco, sigo bajando  a su entrepierna,  busco  sus huevos,  los  cojo, los saca hacia atrás, tiro de ellos, son colganderos, son unos huevos de toro, el perillas  me ve, se arrodillas  y los lame, mientras  yo, cada vez los voy estrangulando más con mi mano, y  él  se los mete  los dos  en  la boca, cojo  la palmeta de cuero, y  cuando menos se los espera, le suelto  un par de golpes, secos, contundentes, uno en cada nalga, el perillas  al oír silbar  la palmeta, se espanta,  retira un poco  la cabeza de las nalgas del  barbas,  pero  sigue con  los cojones metidos en la boca.

El gitano  ruge, sus nalgas enrojecidas, calientes por  mis palmetazos, sus huevos casi arrancados  en el tirón que él perillas le ha pegado, cierra  los ojos, mueve la cabeza, pero ahueca más su culo, mientras se muerde los labios.


El perillas me mira,  le digo que  le coma el culo, lo abre  con parsimonia, escupe en el agujero y  le pasa la lengua , luego la aprieta  sobre  la caliente gruta, corre el poppers, el culo se abre ahora  con facilidad, acerco mi polla, la lame mientras lame el culo y sigue haciéndolo mientras me voy clavando en ese cálido agujero, siento su ultimo  lengüetazo, entre mis huevos y mi  culo, el tío se sienta en el suelo, y coloca  la cabeza entra la pared  y  la polla de gitanillo .

Es la posición final, el  barbas,  vuelve la cabeza, dando la aprobación  y ofreciéndome la boca  para que le dé un lapazo, desde la distancia el portero  da su aprobación al espectáculo, los brazos en cruz atado, el culo perforado por mi polla, y su polla  siendo succionada por la  húmeda y experta  boca del perillas.


Corre el poppers por  última vez, mi cabalgada  aumenta  de velocidad, los jadeos del barbas se amplifican, se aceleran, en la última embestida que  le doy saca la polla de la boca del rapado  y se derrama sobre su cara y su pecho, algunos chorros,   terminan en la cruceta de la cruz, el rapado ante la  oleada de chorros de olorosa leche  se vacía entre sus piernas  y  su vientre, alguna descarga también  va a parar a mis pies, yo saco mi polla del culo del gitanillo, y mirando al portero, le indico  que ahora será su turno.


Me alejo al baño a lavarme, y cuando  el  gitanillo y el perillas, pasan de vestirse a pagar su consumición, nos ven al portero  y a mí, enzarzados en  un pasional morreo.


Mientras su compañero salía a abrirlos la puerta, al oído me dijo, ahora cerramos y mi compañero se marcha, nos quedamos solos en el local tu y  yo.

jueves, 20 de junio de 2013

Después de las doce

Hacía tiempo que cazábamos juntos, Pep y yo; teníamos muchas cosas en común, tantas que a veces no se sabía muy bien cuál era el pensamiento de uno  y del otro,  ni cuáles eran las preferencias que nos diferenciaban, los dos íbamos en el mismo pack, incluso a veces a  mí  me llamaban Pep,  y al el Xavi.

Algún fin de semana  nos juntábamos el viernes  para una comida tardía  y  no nos separábamos  hasta el lunes a la hora en que cada uno debíamos de acudir a nuestros respectivos trabajos, cosa  que el algunos casos  gracias a los turnos no era  hasta  tarde noche el momento de la separación.
A los dos  nos encajaba más o menos el mismo tipo de hombres, pero sobre todo  nos perdía el morbo, nos perdía una actitud, una forma  de afrontar el sexo,  marcado  por la hombría  y la falta de feminidad en nuestras conquistas.
Entre risas solíamos decir, que  para follar con nenas, nos buscábamos  hembras reales, éramos alérgicos a la pluma en general.
Dos tíos en  la treintena, en  esa  edad plena, donde nada se te pone por medio y el cansancio físico no hace mella, incluso después de toda  una noche de cachondeo.
Físicamente complementarios, el  delgado  pero  marcado de horas de gimnasio, yo  fuerte  pero definido, en ese punto medio entre el cachas  y el tío marcado  por el esfuerzo físico del trabajo.
Yo aún no  había pasado  de los treinta y cinco  mientras él se acercaba ya  a los treinta  y ocho  y  nuestras  noches de  juerga eran  comentario  entre  algunos  núcleos de Chueca.

En un principio  cuando nos conocimos,  me llamó la atención de lo conocido que era,  unas semanas antes había sido imagen de unos carteles de una famosa fiesta bajo el  paraguas del Día del Orgullo, y por ese motivo  eran legión de  jovencitos plumeros  los que bebían los vientos por él, y  lo perseguían  y acosaban haya donde fuéramos, este cartel, agregado a su  metro  ochenta largo, su cara de ángel  y  sus  melancólicos  ojos azules acompañados de esa  perilla  romántica del siglo XIX, eran sus bazas más marcadas, pero metido en faena, esa cara angelical  se convertía en  osadía, en bravura  y  feromonas electrificando   cada rincón del local  que pisábamos.
Yo era  nuevo en  este sitio,  hacía poco  me había desplazado de Barcelona  y  a pesar de  ser  físicamente una persona estándar, mi cara de  chico  bueno  y la novedad en  la plaza  me hacía  codicia  de muchos ojos.
Mido  metro  setenta y cinco,  mi peso está rondando los ochenta kilos,  y  esa marcada complexión fuerte,  junto  con  mi cara de camionero  y mis andares  de  albañil de la construcción, nos convertía en un dúo altamente llamativo.
Después  metidos en materia, y  en  los locales que más nos gustaban  éramos todo  una exhibición ,hasta el punto que a veces  ni tan siquiera nos permitían  tomarnos  relajadamente una copa y este es el caso  con el que voy a comenzar esta serie de relatos que  quiero compartir con vosotros y que como título genérico  los llamaré, después de  las doce, ya que es  la hora a la que comenzamos normalmente nuestra cacerías.
Ya era cerca de la una de la madrugada, después de varios garitos para matar el tiempo  llegamos  a nuestro favorito en  Malasaña.

Extrañamente  había poca gente, en el ropero  siete  u  ocho  perchas ocupadas, me  asome al local antes de desnudarnos  y al comentarlo con el camarero,  se rió  y me dijo, ya sabes,  fin de mes, eso se nota siempre.
Nos acomodamos en la barra,  en  la esquina próxima al slim, Pep, fue al servicio,  y  desde ese rincón  pude ver a los dos tíos que había  tomando sus cervezas en la barra, y la verdad, pensé que  de ser esto lo que había en el local, sería una  noche muy tranquila.
Llevaba  más de cinco minutos de espera, y seguía solo, lo cual  me daba esperanzas,  pero  en esos pensamientos estaba, cuando  lo vi salir, su mástil apuntaba  alto, y una sonrisa  iluminaba su cara.

- ¿Qué,  ya te han calentado?
- Bueno solo  un poco de juego, me apetece ser travieso, y creo  que hay  la gente adecuada.
Me  soltó  una sonrisa de esas suyas  que sin decir nada te lo deja todo lo suficientemente claro  y seguimos bebiendo nuestras cervezas, mientras que tres  tíos que salieron  uno detrás del otro del cuarto oscuro desfilaban  a nuestro lado  una y otra vez, esperando no sé qué  señal, o  que indicación, pero  antes o después  estaba seguro  que algo acontecería.
- Ahora verás,
Me dijo Pep, mientras chasqueaba los dedos.
Me quede expectante, de los tres tíos que pululaban a nuestro alrededor  dos de ellos se acercaron, agacharon  la cabeza se arrodillaron ante él,  y cada uno por una  pierna, esas  potentes  piernas como columnas de templos sagrados subía lamiéndola desde los pies  en los gemelos  le daban  ligeros mordisquitos con los labios, en la corva de la rodilla  se esforzaban  por  lamer cada milímetro y  buscar  los puntos más placenteros  mientras el sin dejar de mírame  y  dando  una fuerte calada al cigarrillo que tenía entre  los labios,  me decía

- ¿Ves cómo te he dicho que la noche  daría para juego?
El tercero  de modo receloso  pasaba cerca, se paraba unos instantes y cuando  por enésima vez trataba de emprender camino, Pep, lo espeto   diciéndole.
- Tu cabrón, ¿no ves que tienes trabajo?

Se paró en seco, se clavó de rodillas delante de mí, y hundiendo  su lengua  en  mis ingles, empezó a lamer  mi  entrepierna con verdadera pasión.
Pep, se levantó de la banqueta, se puso en pie, y cogiendo a  uno de ellos por los huevos, el  más grande  y  vicioso, lo llevo a la cruz de San Andrés y tras  inmovilizarlo brazos y piernas, se limitó a jugar  con él.
Le cogió, de la mandíbula, mientras le GRITABA
- ! Abre la boca, cabrón¡
Bebió un largo  trago de cerveza  y  acercando su  boca a  la de él, se limitó a transvasar una buena  porción de líquido de boca a boca.
Al segundo lo cogió de los pelos y arrastrándolo de rodillas hasta donde ellos estaban, lo puso a lamer la entrepierna del que estaba inmovilizado, llevándole  su boca hasta su entrepiernas,  y   situándole tras él, sentado en el suelo,  apoyado contra la pared  y  con el culo del primero delante de su boca,  le grito.

- ! Tú, perro, lame ese culo,  límpialo bien, y  lubrícalo, para lo  que  venga después ¡

El perro  aferro con las dos manos  a los muslos del otro y dando  un fuerte gemido  como respuesta a la orden de Pep, se dedicó  efusivamente a  su labor, mientras el otro perro  jadeaba del  gusto y del dolor que  las manos  de Pep, le proporcionaba en los pezones retorciéndoselos de  manera inmisericorde.
Yo seguía el espectáculo tranquilamente,  pero  cada vez más excitado  por la experta lengua que jugaba  en mi entrepiernas, con mis huevos  y  a veces de manera osadamente en la entrada de mi culo.

Entonces Pep  miró al camarero, este se acercó, ya que tampoco  se estaba perdiendo la acción, y  le pidió  un dildo  y unas pinzas.
Se mojó la yema de los dedos,  acaricio nuevamente cada uno de los pezones, y cuando más relajado estaba el perrote  por el placer del masaje,  le  colocó, sin consideración alguna,  las pinzas.
Una exclamación salió  como  un  aullido  de la boca del tío, pero  Pep,  con un fuerte revés  en  la cara  lo aplacó.
El perrote calló, cerró los ojos  y  se relajó disfrutando del  masaje que el otro tío con la lengua le estaba proporcionando.
 Pep se agachó, le ofreció el dildo a lamer al otro tío  y  cuando este  jugaba  con  su lengua entre el culo  y el juguete, se lo hundió no sin cierta violencia  hasta el fondo de un solo golpe.
- ¡Sujétalo sin que se salga¡
gritó al  otro perrako.
Entonces  se dirigió al camarero,  le habló algo al oído que no pude oír y después de obtener la aprobación de este, se colocó  enfrente  de  perrako  atado.


- ¿Cómo estas cabrón?
- En la gloria Señor.
Entonces indicó al otro perrako que le sacase casi del todo el dildo, cuando  estaba a punto de salir,  le ordenó  que lo metiera  hasta el fondo.

Un fuerte gemido fue la respuesta del perrako, mientras  Pep, empezó a mearle  todo le pecho  y  el pubis, este al sentir  el chorro caliente, no se pudo aguantar  y  se corrió sobre la pierna de Pep.
Cuando  estaba soltando  los chorros de leche,  le  dijo a al otro perrako  que  le sacara  el dildo de golpe,  y  le limpiara la leche de  las piernas.
Después de lamerle hasta la última gota,  le tiró  contra el suelo  y  le dijo:
- AHORA CABRÓN,  LIMPIA HASTA LA ÚLTIMA GOTA DE MEOS DEL SUELO, DESPUES, SI QUIERAS SUELTAS A ESTE PERRO.
yo dí una patada al que tanto placer  me estaba dando ,y al  acercarse Pep, me dijo:
- Bueno, ¿qué te parece el comienzo de la noche?
No está mal,  pero  necesito vaciar también mi vejiga.
El perro se acercó nuevamente a mí, abrió la boca  y sujetándole  bien la cabeza, fui descargando lentamente debido al empalme que tenía, permitiendole tragarlo todo lentamente sin desperdiciar ni una sola gota.

Nos pedimos una nueva cerveza,  y seguimos en animada charla  con el camarero, como si  lo ocurrido hasta el momento  hubiera sido  un pequeño aperitivo de lo que la noche  nos deparaba.