Me abrazó
y me dio un soberbio morreo, después me giro
y lamió toda mi espalda
recuperando hasta el último goterón de su propia leche que empezaba a resbalar espalda abajo, su lengua me hacía estremecer, por primera vez
en mi vida
empezaba a sentir unas ganas increíbles de
que me volviera a romper a el
culo, pero sabía que ahora
me tocaba mi trabajar,
follarlo y darle el placer que momentos
antes el me acababa de dar a mí.
Le di la vuelta nos besamos y apoyando mis manos en sus hombres le obligué a arrodillarse, le restregué mi polla por la cara y le metí mis nuevos en la boca, jugaba con su lengua en ellos y cuando los sacó me los tenía totalmente ensalivados, lo incorporé y le hice ponerse de rodillas en el sofá, me arrodille y abriendo con mis dos manos sus turgentes nalgas escupí en su ojete y me lance a follarle con la lengua, cuando comprobé que su oscura cueva cedía a mi lengua jugué con mis dedos y cuando comprobé que sus esfínteres no ponían dificultad alguna se la clave de golpe.
El soltó un respingo, y volvió su cara hacia mí, dando el visto bueno a mi acción, aproveche para meterle nuevamente la lengua hasta el fondo de su garganta y nos enzarzamos en un jugoso y profundo beso, manteniendo mi polla cobijada en los más profundo de su ano, insertada allí hasta los huevos.
Nada más salir de su boca, me retire de su ojete y aferrándole bien de las caderas, se la volví a clavar para comenzar un vertiginoso mete saca.
Cuando empecé a sentir quemazón en mi polla de tanto darle y tan fuerte, la saque casi entera y solté un par de buenos escupitajos sobre la parte de polla que sobresalía del culo y empecé suavemente a meterla y sacarla, tuve que repetir la operación varias veces, el cabrón no lubricaba y mi polla no resbalaba en su interior, sentía tirones y se me aflojaba.
Entonces el muy cabrón, aprovechando que se la tenía metida hasta los huevos empezó a morderla con sus esfínter, hacia una especie de ordenado con su culo en mi polla, apretándomela en la base, justo donde comienzan los huevos y a la vez noté como al sacarla salía toda bien engrasada, le di unos cuantos viajes y al sacarla salió más dura y empapada de lo que yo recordaba.
- ¿Qué?, ¡cabrón¡ ¿te gusta ahora?, ¿así se te pone más dura, verdad?
- yo como hipnotizado , no paraba de moverme unas veces para adelante y para atrás y otras en círculo con todo el rabo dentro de ese jugoso agujero, le azotaba las nalgas le pellizcaba los pezones desde atrás y cuando bajé con mis manos a su polla la agarré y tiré de sus huevos para abajo, no me dio tiempo a reaccionar, soltó un gemido seco y mis manos se llenaron de su caliente y espesa crema.
- ¡cabrón¡ no me has avisado.
- tu sigue, me gusta sentirme un buen perro, un buen agujero para el placer de su macho, notar como me rompes el culo mientras mi polla sigue babeando los hilillos de mi propia leche, ¡fóllame cabrón¡, no pares, dame más fuerte, soy un simple agujero para tu polla ¡dame¡, no pares, ¡sigue así¡ y en poco me volveré a correr, ¡ sigue ¡ y me volverá a salir otro lefazo sin siquiera tocarme la polla.
- estaba como fuera de sí, había perdido todo su sentido de macho y solo imploraba polla y que lo ultrajara, gritaba de tal modo que tuve miedo porque en la oficina pudieran oír sus gemidos y sus gritos pidiendo polla.
- yo estaba como ido, solo era capaz de seguir mis impulsos, de hacer caso a esos gritos pidiéndome caña y rabo, pidiéndome polla hasta los huevos y una y otra vez, descargaba mi mano abierta sobre su sudada espalda, o sobre sus enrojecidas nalgas, mis huevos chocaban una y otra vez contra los suyos hasta sentir dolor por el golpe y el muy cabrón cuando sintió que mi polla se hinchaba, que de mi garganta salían unos sonidos guturales anunciadores del fin, hundió su cabeza en el sofá agarro mis piernas fuertemente para no poder alejarme de él y salir de su culo y obligándome a soltarle dentro hasta la última gota de mi elixir.
Cuando mi polla se salió flácida de su caliente ojete, se tiró al suelo como un desesperado y sentado con el culo en el frió pavimento y con la espalda contra el sofá se metió nuevamente mi polla en la boca, la lamió, la limpio con verdadero ímpetu, y después elevando la mirada para encontrarse sus ojos con los míos, olió mi vello púbico, pego una fuerte esnifada cerrando los ojos, como tratando de inmortalizar el momento y señalándome un caja de clínex húmedos, comenzó a limpiarse y vestirse.
Aún no había terminado de vestirme, cuando descolgando el teléfono, dijo a secretaria.
- Teresa ya he terminado, ¿me ha llamado alguien?
Yo salí del despacho colocándome la ropa, pero rememorando el buen rato pasado, a mi entrepierna no terminaba de llegar la paz.
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