lunes, 29 de abril de 2013

La Entrevista III


Me  abrazó  y  me dio  un soberbio morreo, después  me giro  y  lamió toda mi espalda recuperando  hasta el  último goterón de  su propia leche  que empezaba a resbalar   espalda abajo, su lengua me  hacía estremecer, por primera  vez  en  mi  vida  empezaba a sentir   unas   ganas  increíbles de  que me volviera a romper a  el culo, pero sabía  que  ahora   me tocaba   mi trabajar, follarlo  y darle el placer que momentos antes  el me acababa de dar a mí.


                                





Le di la vuelta  nos besamos  y  apoyando mis manos en sus hombres  le obligué a  arrodillarse, le restregué mi polla  por la cara  y le metí mis nuevos en la boca, jugaba  con su  lengua en ellos  y  cuando los sacó me los tenía totalmente  ensalivados, lo incorporé  y  le hice ponerse de rodillas en  el sofá, me arrodille  y  abriendo  con mis  dos manos sus turgentes nalgas escupí en  su ojete  y  me lance a follarle con la lengua, cuando comprobé  que su oscura  cueva cedía a mi lengua   jugué con mis dedos  y cuando  comprobé que sus esfínteres no ponían dificultad alguna se la clave de golpe.

                                            

El soltó   un respingo,  y volvió su cara  hacia  mí, dando el visto bueno a  mi acción, aproveche  para  meterle nuevamente la lengua  hasta el fondo de su garganta y nos enzarzamos en un jugoso  y profundo   beso, manteniendo mi polla cobijada  en los más  profundo de su ano, insertada allí  hasta los huevos.

                                                 
                                                                                                                                                       
Nada más salir de su boca, me retire de  su ojete  y  aferrándole  bien de las caderas, se la volví a clavar  para comenzar un vertiginoso   mete saca.
Cuando empecé a sentir   quemazón en mi polla de tanto darle  y tan  fuerte, la saque casi entera  y  solté  un par de buenos escupitajos  sobre   la parte de  polla que sobresalía del  culo  y empecé  suavemente a   meterla  y sacarla, tuve que repetir  la operación  varias veces, el cabrón no lubricaba    y mi polla  no resbalaba en su interior, sentía tirones y se me aflojaba.
Entonces el  muy cabrón, aprovechando que se la tenía metida   hasta los huevos  empezó a morderla con sus esfínter,  hacia  una especie de ordenado con  su culo en mi  polla, apretándomela en  la base, justo donde comienzan los huevos  y a la vez  noté como  al sacarla  salía  toda bien engrasada, le di  unos cuantos viajes  y  al sacarla  salió más dura  y  empapada de  lo  que   yo recordaba.
- ¿Qué?,  ¡cabrón¡ ¿te gusta ahora?, ¿así se te pone más dura, verdad?
-  yo como hipnotizado  , no paraba de moverme  unas veces  para  adelante  y para   atrás  y  otras  en círculo con todo el rabo dentro de ese  jugoso agujero, le azotaba las nalgas  le  pellizcaba  los pezones desde  atrás  y cuando  bajé con mis manos  a su   polla  la agarré  y tiré de sus huevos para abajo, no me dio tiempo a reaccionar, soltó  un gemido seco  y mis manos   se  llenaron de  su caliente  y espesa crema.

                                                           

- ¡cabrón¡ no me has  avisado.
- tu sigue,  me gusta sentirme  un buen perro, un  buen agujero  para el placer de su macho, notar como  me rompes el culo mientras  mi polla sigue babeando  los hilillos de  mi propia leche, ¡fóllame cabrón¡, no pares, dame  más fuerte, soy  un simple agujero  para tu polla ¡dame¡, no pares, ¡sigue así¡  y en poco me  volveré a correr, ¡ sigue ¡    y   me volverá a  salir  otro lefazo sin siquiera  tocarme la polla.
- estaba  como fuera de sí, había perdido  todo  su sentido de macho  y solo imploraba  polla y que   lo ultrajara,  gritaba de tal modo que  tuve miedo  porque en la oficina pudieran oír  sus gemidos  y  sus gritos pidiendo  polla.
- yo estaba como  ido, solo   era capaz de seguir mis impulsos, de  hacer caso a esos gritos pidiéndome caña  y  rabo, pidiéndome  polla  hasta  los huevos  y una  y otra vez, descargaba mi mano abierta  sobre su sudada espalda,  o sobre sus  enrojecidas nalgas, mis huevos chocaban  una  y otra vez  contra los suyos hasta sentir dolor  por el golpe y  el muy cabrón cuando  sintió   que mi polla se hinchaba, que   de mi garganta salían  unos sonidos guturales anunciadores del fin,  hundió su  cabeza en el sofá agarro mis piernas  fuertemente  para no poder alejarme de él y salir de  su culo y   obligándome  a  soltarle   dentro  hasta la última gota de  mi elixir.
Cuando  mi polla se  salió flácida de su caliente  ojete, se tiró al  suelo como un desesperado  y sentado con el culo en el frió pavimento  y con la espalda contra el sofá se metió nuevamente mi polla  en la boca, la lamió, la limpio con  verdadero ímpetu, y después elevando la mirada para encontrarse  sus ojos  con los míos,  olió  mi vello púbico, pego  una fuerte  esnifada cerrando los ojos, como tratando de  inmortalizar el momento y señalándome  un caja de clínex húmedos, comenzó a  limpiarse    y vestirse.
Aún no había  terminado de vestirme, cuando descolgando el teléfono, dijo a secretaria.
- Teresa  ya he terminado, ¿me ha llamado alguien?
Yo salí del despacho colocándome la ropa, pero  rememorando  el buen rato  pasado, a mi entrepierna no  terminaba de llegar la paz.



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