Me la volví a llevar a la nariz, inhalé
fuertemente como queriendo
impregnarme de este olor, cuando
apareciendo en el umbral de la puerta,
Tito, me dijo.
- ¿no prefieres, oler la fuente?
Mientras se
acariciaba la entrepierna.
Yo me quede algo parado, no tanto por no haberlo
previsto, si no por lo rápido que iba todo.
Se me acercó, lo hacía despacio de un modo
ralentizado, mientras una gran sonrisa inundaba su cara, en sus ojos un brillo
morboso, había entrado en su juego, y
solo él sabía las reglas del mismo.
Yo me quede paralizado, no tanto por la sorpresa de cómo me había pillado, sino
más bien hipnotizado por su seguridad,
su, aplomo, según avanzaba hacia mí, los escasos tres metros
que nos separaban, lo miraba,
primero su cara, después esos
pectorales, esos pezones marcados ,coronados
por esas gruesas argollas, que
cuando contraía el músculo se
elevaban y casi saltaban.
En la entrepierna
ese bulto, que antes vi, casi como en un juego de sombras chinas, ahora crecía y crecía,
empujando cada vez la tela con más ahínco.
Cuando lo tenía
a menos de un metro, solo se me ocurrió, elevar de nuevo a mi nariz
ese trapo que algunos minutos
antes cubría su sexo y volví a
olerlo con gran énfasis.
A mi nariz, llego ese
olor a macho, se subió a mi
cerebro y como un chutazo del mejor poppers, recorrió toda mi columna.
Al mismo tiempo una mano sobre mi cabeza me obligaba a agacharme, yo
casi de un modo automático, me arrodille, y cuando mi cara
estaba a la altura de sus ingles,
me empujo desde atrás, apretándome sobre la nuca, y hundiendo mi nariz allí mismo, donde sus dos piernas se juntan.
Mi mente se nublo, la voluntad se escapó de mi cuerpo,
ahora solo quería dejarme llevar, dejarme hacer, y solo sentir.
Sobre mi
mejilla y oído izquierdo, un ruido atronador,
me dejo noqueado por unos segundos, con su mano derecha me asentó
un fuerte golpe, a la vez,
que me gritaba, mientras se arrancaba
los botones del peto y se sacaba la polla.
¡MIRA, HUÉLELA, DISFRUTA DE SU OLOR¡
La hostia había sido
demasiado para mí, mi mente había
imaginado muchas veces una
circunstancia así, pero nunca imaginé
vivirla, y tampoco tenía contemplado mi
reacción.
Un fuego interno, salió enfurecido de mí, me acaloró la cara, se fue difuminando por todo mi cuerpo y
terminó concentrándose de nuevo en mis huevos.
En su entrepierna
un olor a sudor, en su capullo
lubricante reseco del pajote que había iniciado mientras yo tomaba
sol y dormitaba.
La reacción de mi celebro fue incontrolable pero mis huevos, respondían al estímulo que
mi cabeza no fue capaz de reconducir, y mientras miraba
de un modo codicioso, ese capullo, gordo
y sonrojado, entre mis piernas apareció
un charco de leche, que aunque
trate de disimular, las convulsiones de mi propio cuerpo, me descubrieron.
MARICÓN DE MIERDA, SOLO CON
ENCONTRARTE DELANTE DE UN MACHO, TE CORRES, NO ERES CAPAZ, NI DE
AGUANTAR UN ASALTO.
Me empujo con
su pierna derecha contra el
suelo, y al caer de espaldas junto al sofá, empezó a chorrearme con
una meada amarilla, casi azafrán, caliente, abundante, como el sonoro chorro que apenas una hora antes me había
despertado, llamando mi atención por primera vez, sobre este macho dominante y autoritario.
Al sentir el cálido chorro, un estremecimiento volvió
a recorrer todo mi cuerpo, mientras un pensamiento
me nubló el cerebro.
Una sonrisa acudió a mi boca, y al entreabrirla, el
muy cabrón hizo diana con su chorro,
tragué mientras exteriorizaba el
pensamiento que llegaba.
Creo que este va a ser un verano, muy diferente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario