miércoles, 22 de mayo de 2013

El Jardinero II


Me la volví a llevar a la nariz,  inhalé  fuertemente  como queriendo impregnarme de este olor, cuando  apareciendo en el umbral de la puerta,  Tito, me dijo.

- ¿no prefieres, oler la fuente?

Mientras  se acariciaba la entrepierna.



Yo me quede algo parado, no tanto por no haberlo previsto, si no por lo rápido que iba todo.

Se me acercó, lo hacía despacio de un modo ralentizado, mientras una gran sonrisa inundaba su cara, en sus ojos un brillo morboso, había entrado  en su juego, y solo él sabía  las reglas del mismo.
                                                 

Yo me quede paralizado, no tanto  por la sorpresa de cómo me había pillado, sino más bien hipnotizado por  su seguridad, su, aplomo, según avanzaba hacia mí, los escasos  tres metros  que nos separaban, lo miraba,  primero  su cara, después esos pectorales, esos pezones marcados ,coronados  por esas  gruesas argollas, que cuando  contraía el músculo se elevaban  y casi saltaban.

En la entrepierna  ese  bulto, que  antes vi, casi  como en un juego de  sombras chinas, ahora crecía y crecía, empujando  cada vez  la tela con más ahínco.

Cuando lo tenía  a menos de un metro, solo se me ocurrió, elevar de nuevo  a mi nariz  ese trapo que  algunos minutos antes  cubría su sexo y volví  a  olerlo con  gran énfasis.

A mi nariz, llego ese  olor a macho,  se subió a mi cerebro y como un chutazo del mejor poppers, recorrió toda mi columna.
                                          

Al mismo tiempo una mano  sobre mi cabeza me obligaba a agacharme, yo casi de un modo automático, me arrodille, y cuando  mi cara  estaba a la altura de sus ingles,  me empujo desde atrás,  apretándome  sobre la nuca, y hundiendo mi nariz  allí mismo, donde sus dos piernas se juntan.
Mi mente se nublo, la voluntad se escapó de mi cuerpo, ahora solo quería dejarme llevar, dejarme hacer,  y solo sentir.

Sobre  mi mejilla  y oído  izquierdo, un ruido  atronador,  me dejo  noqueado  por unos segundos,  con su mano derecha me  asentó  un fuerte  golpe, a la vez, que  me gritaba, mientras se  arrancaba  los botones del peto y se sacaba la polla.

¡MIRA, HUÉLELA, DISFRUTA DE SU OLOR¡

La hostia había sido  demasiado  para mí, mi mente  había  imaginado muchas veces  una circunstancia así,  pero nunca imaginé vivirla, y  tampoco tenía contemplado mi reacción.

Un fuego interno, salió enfurecido  de mí, me acaloró la cara,  se fue difuminando por todo mi cuerpo y terminó concentrándose de nuevo en mis huevos.

En su entrepierna  un  olor a sudor, en su capullo lubricante reseco del pajote que había iniciado mientras  yo tomaba  sol y dormitaba.
                                                           

La reacción de mi celebro fue incontrolable  pero mis huevos, respondían al estímulo que mi   cabeza  no fue capaz de reconducir, y mientras miraba de un  modo codicioso, ese capullo, gordo y sonrojado, entre mis piernas apareció  un charco de leche, que aunque  trate de disimular, las convulsiones de mi propio cuerpo,  me descubrieron.

MARICÓN DE MIERDA, SOLO  CON  ENCONTRARTE DELANTE DE UN MACHO, TE CORRES, NO ERES CAPAZ, NI DE AGUANTAR UN ASALTO.

Me empujo con  su pierna derecha  contra el suelo, y al caer de espaldas junto al sofá, empezó a chorrearme  con  una meada amarilla, casi azafrán, caliente, abundante, como  el sonoro chorro  que apenas una hora antes me había despertado, llamando mi atención por primera vez, sobre este macho  dominante y autoritario.


Al sentir el cálido chorro, un estremecimiento volvió a recorrer todo mi cuerpo, mientras  un pensamiento me  nubló el cerebro.

Una sonrisa acudió a mi boca, y al entreabrirla, el muy cabrón  hizo diana con su chorro, tragué  mientras exteriorizaba  el  pensamiento  que   llegaba.

Creo que este va a ser un verano,  muy diferente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario