jueves, 23 de mayo de 2013

El jardinero III


Creo que este va a ser un verano,  muy diferente.

Cuando abrí, los ojos, me lo encontré delante de mí, con el  peto casi por los tobillos, y dándose la  vuelta,  y poniéndome  su  peludo culo delante de  la  cara,  me grito.

Ahora  ¡huéleme  el culo y lámelo¡

Al acercarme  un fuerte olor a sudor me  reprimió seguir avanzando, pero   una gran manaza, me agarraba mientras de modo  imperioso, me  decía

- ¿ERES SORDO O QUE?  !!!!  PERRAKO. ¡¡¡¡

Ante  su imperante vozarrón,  obedecí de modo automático, al principio el  fuerte olor me repugno.
                                                   






No, no era la primera vez que  comía  un culo, pero siempre recién lavado, incluso  habiéndonos duchado  juntos, pero así, después de un largo día de trabajo, aunque no  estaba sucio, el olor acido, fuerte,  a macho resudado, me removió un poco el estómago, pero su voz,  me obligaba y  yo  me sentía  obligado a  responder a su demanda.

- ¡NO SIENTO  TÚ LENGUA CABRÓN¡
A punto estuve   de  dejar allí,  esta sesión, pero algo  me obligaba a  continuar  adelante, me acerque aún más, le mordisquee  ligeramente los glúteos, morenos, duros, redondos, levantados, pero él seguía gritando

- !A QUE ESPERAS¡

Saque tímidamente mi lengua y  la acerque  a  su  apretado esfínter.

Era redondo, como estriado, de un color oscuro  intenso, casi negro.

Al entra en contacto  mi lengua  y  su agujero,  un sabor amargo  y  un tacto, suave aterciopelado inundaron mis sentidos.

Pero quien  maneja  ya mi cerebro no  era yo, era el puro vicio, el morbo incontrolado, que  me obligaban a oprimir una  y otra  vez  mi lengua contra ese escudo infranqueable, me  alejaba escupía,  pasaba mi lengua por toda su raja, para después  tratar de abrirlo de nuevo con mi propia lengua, e  insistir nuevamente.

El olor me embriagaba,  y  me daba renovadas fuerzas para  degustarlo nuevamente, para jugar con mi lengua  lo más dentro  que  podría  y dar  placer a mi macho.

Se volvió  hacia mí,  y  mirando  con desprecio,  me soltó.

- NI COMER UN CULO DE MACHO  SABES, AHORA VERAS.

Me levanto bruscamente del suelo,  me puso de rodillas sobre el brazo del sofá, y arrodillándose detrás de mí,  me dio  dos buenos manotazos en cada nalga, me las abrió en canal, con esas manazas grandes y robustas,  y escupiendo un espeso  gargajo, comenzó  a  restregar  la lengua  por mi agujero.
                                        

No le hizo mucha falta  oprimir, mi agujero   sin mucha  demora cedió.

- VES CABRÓN, COMO SE  HACE.

Yo ni tan siquiera pude contestarle,  debía de tener  los ojos en blanco, todo mi cuerpo se estremecía por la excitación, me mordía los labios y sobre todo sentía.

Sentía como  mi esfínter  cada vez más dilatado cedía  y cedía, como ese pedazo de carne brutal,  húmedo, salvaje, se  iba metiendo  cada vez más en mis entrañas, y como  tras  darme   con las dos manos abiertas, un fuerte  golpe  en las nalgas, su  lengua se quedó atrapado en  mi interior.

Ahora  ya  no  quería  entrar ni salir, era un movimiento rotativo en mi interior, que como potente  broca de acero, abría cada vez un  boquete más dilatado.

Saco  su sutil  herramienta de mi interior, escupió de nuevo,  me masajeo  suavemente con la lengua mí ya más que abierto culo, y acercándome  sus labio  sentí como  me insuflaba aire en mi interior, como  si mi culo de un  globo  se tratara.

Fue otra nueva sensación para mí, note como  mi culo abierto, se expandía ante la presión del aire, y como después aprovechado la circunstancia su lengua  me  hurgaba mucho más dentro, yo no podía  hacer nada, no podía  rechistar, solo obedecer, dejarme  hacer  y sentir.

Repitió la operación, tres o cuatro veces, después  me reconfortaba con su lengua  y llegaba  casi  a un nuevo orgasmo.

Minutos después, un fuerte dolor de barriga, un deseo  irrefrenable de soltar tanto  aire, me vino de pronto, casi sin darme cuenta, solo pude decir.

No aguanta se me escapa…..

Como un poseso, me agarro de las caderas, metió su nariz   entre  mi raja, casi dentro de  mi  agujero y recibió  mi   fétida descarga.

Entre avergonzado y temeroso,  me volví  para mirarle y disculparme,  pero en  su cara, con los ojos cerrados  una  satisfacción plena inundaba  su  relajado gesto.

Una vez difuminado el escape, hizo una última inhalación,  y  me volvió a atacar  el contorno con su lengua, lo hacía despacio, recreándose, como  no dejando  escapar  nada  en el entorno de  mí ya muy húmedo agujero.
                                           

Se levantó, escupió  sobre   su capullo, y  lo  masajeó  con sus dedos, me azotó nuevamente mis coloradas nalgas  y  sin más preámbulos  se clavó en mí.

Esperaba fuertes  embestidas, soñaba con una follada salvaje, pero después de permanecer un rato en mi  interior y moverse  en forma circular,  saco su polla, me  apretó las nalgas, dejándome una sensación pegajosa en mi raja, y  mientras se  subía el peto, me dijo.
                                                

Vete a tomar el sol, yo tengo que terminar, luego antes de irme te veo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario