jueves, 2 de mayo de 2013

Los Moros II


No daba mucho crédito  a  lo que había oído, pero agaché la cabeza y permanecí  a su lado en silencio y sin moverme, ellos iniciaron el camino  y yo los seguí  un  par de pasos detrás.

                                                              

Estábamos en  pleno barrio de  Lavapiés, subimos los pisos  por una escalera  estrecha  mal iluminada a pesar de ser medio día  y  de  un olor discutible, al llegar al rellano del quinto piso, y abrir la puerta  fue el imperio de los olores, solo apto para   pituitarias  resistivas, pero  al  entrar al dormitorio a  donde el desconocido de los dos moros  casi  me llevo a rastras, fue todo un subidón, un fuerte olor a  humanidad,  olor a pies tipo quesos azul, ropas sudadas  y  el olor de la piel, yo permanecía  inmóvil, hasta que un fuerte hostión,  mientras me gritaba de ¡rodillas¡,  me sacó  de  mi ensimismamiento   y me volvió a un mundo más terrenal……

Me arrodillé, cerré  los ojos  y  el calor de  su pelvis lo sentí acercarse a mi cara, al mismo tiempo  que  el ruido inconfundible de la cremallera de los vaqueros  rasgaba el silencio  al bajar, al  liberar  su paquete el  más  íntimo de  sus  olores  me envolvió,  y sin apenas abrir los ojos,  lance mi lengua como avanzadilla hacia esa masa de carne morcillona y de color oscura,

                                                            


su  gordo capullo de un color más rosado y  un fuerte  olor agrio, entro en mi boca, su  sabor era amargo, y  empezaba a disfrutar de él.
Me cogió fuertemente de la nuca, sus dedos enredados con mis pelos  me aferraban  con intensidad  sin dejarme  hacer ningún tipo  de vaivén sobre  este pedazo de carne que me llevaba al paraíso terrenal, cuando  mi boca  se llenó de jugo, tardé en reaccionar  y  empezar a tragar, no lo esperaba, jamás  lo había probado y  ante el desagrado  inicial, comencé  a  tragar, no pensé en lo que era, solo era el néctar de un dios,  néctar  que generosamente me ofrecía  y  yo no podía menos de agradecer.

                                                           


Cuando el líquido  disminuyo  y apenas quedaba un  pequeño sorbo  en mi boca saque la polla lo saboreé  y lo disfruté  en grado  sumo y  al  final  mi lengua  busco la última gota que salía de  su agujero, dejando  totalmente  limpio de meos ese bendito agujero.
Una sonora hostia en  mi  cara, me saco nuevamente  de este  atontamiento.
- Ahora cabrón, abre bien la boca que te la quiero follar.
Sin apenas  tiempo a reaccionar  sentí mi garganta llena,  la asfixia  me provocaba un fuerte vómito, y grandes arcadas me venían, mientras  unas lágrimas  rodaban desde mis ojos hasta mis mejillas. La sacó,  pude apenas tomar aire,  antes de una  nueva envestida,  y  solo  unas décimas de segundos para acompasar sus envestidas brutales a mis ciclos respiratorios.

Todo a mí alrededor flotaba, apenas  conseguía  respirar  en condiciones, pero la atmosfera, los olores que me envolvían,  esta polla rompiéndome la glotis  hacían  que mi polla luciera orgullosa y dura.

Sus jadeos,  me indicaban  que   el fin estaba próximo, me relaje  disfrute  de sus últimas empaladas en  mi boca y me dispuse a recibir toda  su descarga  y  al mismo  tiempo explotar yo mismo.
Un nuevo hostión  me sacó de mi error.

                                                           

- Traga  y relájate, no se te ocurra acaba , que esto solo acaba de empezar.

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