No daba mucho crédito a lo
que había oído, pero agaché la cabeza y permanecí a su lado en silencio y sin moverme, ellos
iniciaron el camino y yo los seguí un par
de pasos detrás.
Estábamos en pleno barrio de Lavapiés, subimos los pisos por una escalera estrecha
mal iluminada a pesar de ser medio día
y de un olor discutible, al llegar al rellano del
quinto piso, y abrir la puerta fue el
imperio de los olores, solo apto para
pituitarias resistivas, pero al
entrar al dormitorio a donde el
desconocido de los dos moros casi me llevo a rastras, fue todo un subidón, un
fuerte olor a humanidad, olor a pies tipo quesos azul, ropas
sudadas y el olor de la piel, yo permanecía inmóvil, hasta que un fuerte hostión, mientras me gritaba de ¡rodillas¡, me sacó
de mi ensimismamiento y me volvió a un mundo más terrenal……
Me arrodillé, cerré los ojos y el
calor de su pelvis lo sentí acercarse a
mi cara, al mismo tiempo que el ruido inconfundible de la cremallera de
los vaqueros rasgaba el silencio al bajar, al
liberar su paquete el más íntimo
de sus
olores me envolvió, y sin apenas abrir los ojos, lance mi lengua como avanzadilla hacia esa
masa de carne morcillona y de color oscura,
su gordo capullo de un color más
rosado y un fuerte olor agrio, entro en mi boca, su sabor era amargo, y empezaba a disfrutar de él.
Me cogió fuertemente de la nuca, sus
dedos enredados con mis pelos me
aferraban con intensidad sin dejarme
hacer ningún tipo de vaivén
sobre este pedazo de carne que me
llevaba al paraíso terrenal, cuando mi
boca se llenó de jugo, tardé en
reaccionar y empezar a tragar, no lo esperaba, jamás lo había probado y ante el desagrado inicial, comencé a
tragar, no pensé en lo que era, solo era el néctar de un dios, néctar
que generosamente me ofrecía
y yo no podía menos de agradecer.
Cuando el líquido disminuyo
y apenas quedaba un pequeño
sorbo en mi boca saque la polla lo
saboreé y lo disfruté en grado
sumo y al final
mi lengua busco la última gota
que salía de su agujero, dejando totalmente
limpio de meos ese bendito agujero.
Una sonora hostia en mi
cara, me saco nuevamente de este atontamiento.
- Ahora cabrón, abre bien la boca que
te la quiero follar.
Sin apenas tiempo a reaccionar sentí mi garganta llena, la asfixia
me provocaba un fuerte vómito, y grandes arcadas me venían,
mientras unas lágrimas rodaban desde mis ojos hasta mis mejillas. La
sacó, pude apenas tomar aire, antes de una
nueva envestida, y solo
unas décimas de segundos para acompasar sus envestidas brutales a mis
ciclos respiratorios.
Todo a mí alrededor flotaba,
apenas conseguía respirar
en condiciones, pero la atmosfera, los olores que me envolvían, esta polla rompiéndome la glotis hacían
que mi polla luciera orgullosa y dura.
Sus jadeos, me indicaban
que el fin estaba próximo, me
relaje disfrute de sus últimas empaladas en mi boca y me dispuse a recibir toda su descarga
y al mismo tiempo explotar yo mismo.
Un nuevo hostión me sacó de mi error.
- Traga y relájate, no se te ocurra acaba , que esto
solo acaba de empezar.
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