LA
NOCHE EN BLANCO II
Solo oírle, mi polla alcanzo su máxima dureza, le devolví la sonrisa y aflojé mi control, mientras un chorro muy fino empezó a salir por el caño de mi nabo, la fuerte presión hacia rebotar en la garganta y gotas salían de la concavidad mojándome el vientre.
El
abría la boca, tragaba y no dejaba que se desperdiciara ni una gota de mi
dorado líquido.
Fue
una meada larga, espaciosa, e incompleta, solo fui capaz de liberar una parte
minoritaria de mis meos, por la dureza de mi nabo.
Cuando
acabe, me miró con ojos de lascivia saco la lengua y se relamió los labios,
después lamió todo mi pubis, secándolo de las gotas que me habían salpicado,
antes de volver a prodigarse en la húmeda y cálida mamada que momentos antes me
estaba realizando.
Me
terminé de quitar la camisa y mientras jugaba con la lengua en mis huevos, yo
jugaba con mis dedos en mis anillados pezones.
Levantó
la mirada y al observar mis pezones gordos y duros, se levantó y se deleitó
lamiéndolos y mordisqueándolos con los labios.
Levanté
un brazo y sin dejar de mirarme a los ojos, empezó a lamerme los sobacos, la
mezcla de su saliva con un ligera sudoración de mis axilas, hacían una mezcla
especialmente morbosa y excitante, y arrancaron los primeros jadeos de mis
labios, su paquete se rozaba constantemente contra mi polla y mis huevos.
En
sus vaqueros ajustados y desgastados se apreciaba un generoso bulto hacia la
derecha y entre las piernas partidos por la costura del pantalón dos huevos
duros y gordos.
Baje
el brazo y mientras nuestras lenguas se retorcían en una encarnizada lucha por
conquistar húmedos y profundos terrenos ajenos, mis manos bajaron a su culo y a
su entrepierna, conseguí desabrochar el botón del vaquero, bajar la cremallera,
y recolocar su rabo mirando al cielo, pero cuando trate de meter mi mano entre
el pantalón y su culo, me miro y me dijo.
- Espera
un momento.
Se
sacó las zapatillas y los pantalones y se quedó en calcetines de deportes y un
suspensorio rojo de ancha cinturilla.
Yo
aproveche para quedarme sin nada de ropa, pero mi mirada no se podía apartar de
ese culo enmarcado por las cintas rojas de diminuto calzoncillo, su redondez
destacaba, y la blancura de sus glúteos en contraste con el rojo, lo hacía más
apetitoso.
Le
puse de rodillas sobre el sofá, el respaldo del mismo le hacía de soporte y
agachándome su culo quedo a la altura de mi boca.
Cerré
los ojos, hundí mi cara en sus nalgas y disfrute de ese olor a recién salido de
la ducha, esa piel clara, mantenía los olores cosméticos por largo tiempo y mi
lengua se deslizo por esos glúteos blancos, sin un solo pelo ,hasta llega al
rosetón oscuro de su ano.
Salivaba,
lamia, metía la lengua, me ayudaba de mis dedos, el gemía, se retorcía,
reclamaba más, mis manos agitadas azotaban las blancas y redondas posaderas, dándole
un rosado tono a su apetecible culo, a cada azote, un suspiro, a cada lengüetazo
un gemido, a cada dedo que se introducía en su cada vez más dilatado túnel, el exige
más, y mi polla babeaba exigiendo su tiempo de juego, reclamando su
protagonismo.
Volvió
la cabeza, miró y me dijo:
- Fóllame,
no aguanto más, y mi culo está preparado y supercaliente.
Me
incorpore, le agarre de las caderas y mi polla resabiada y experimentada con un
ligero movimiento de caderas se sitúa a la entrada de la cálida gruta de su abierto
y lubricado agujero, empujé y suavemente me hundí, no tenía prisa, pero tampoco
deseaba retroceder, empujaba, el jadeaba, proseguía, el gemía, cuando mis
huevos chocaron contra los suyos, una fuerte exclamación salió de su boca
- ¡Fóllame
fuerte ahora!
Oírle
y no poder parar, mis envestidas salvajes, mi follada violenta, mis azotes
brutales fueron todo un concierto durante más de cinco minutos.
De
vez en cuando mi mano derecha llegaba hasta su polla, tanteaba su agujero y
notaba como lubricaba, como su líquido preseminal lo mojaba todo y volvía a
coger ritmo en mis envestidas.
Cuando
a punto estuvo de correrse, me pidió parar, saqué la polla de su culo, él se
dio la vuelta, se sentó en el sillón y me lamió el nabo mientras se acariciaba
su nabo.
- No
puedo más le dije, estoy a punto.
-
Se sacó la polla de la boca y me dijo.
- Suéltalo
todo, me gusta olerla, sentirla estrellarse en mi cara y resbalar por ella.
Mientras
con la lengua trato de atraparla y lamerla.
- Yo
también estoy a punto.
Me
abandoné, la metí de nuevo en su boca, y solo algunos segundos después cuando
sentí que la explosión de leche se acercaba, me retiré unos momentos y
descargué sobre sus labios, sobre su nariz, sobre su ojo izquierdo, mientras me
retorcía de placer y jadeaba.
Él,
con mi primera descarga cerró los ojos y abrió la boca, empezó a jugar con su
lengua a buscar cada descarga sobre sus labios y entre gemidos y jadeos, soltó
sobre su vientre largas descargas de leche caliente y transparente.
Nos
fundimos en un cálido y tierno beso, mi leche se extendía entre su boca y la mía,
su lengua me devolvía algunos cuajarones de mi densa lefa, y nuestros poros
abiertos del prolongado juego nos envolvieron en una capa de sudor compartido.
Nos
fuimos a la ducha juntos, me enjabonó, me secó cada rincón de mi piel, y tras
vestirme y a la hora de salir por la puerta, me dio el papel que había traído
antes y depositado en la entrada bajo las llaves.
Al
ir bajando la escalera lo miré, en el aparecía una dirección de Internet
www.tuamo.net/tuchico.
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